top of page
Bitácora 1
00:00 / 03:46

1 - Tiflo, 19 de septiembre de 2021

 

 

En la isla de los ciegos…

 

Escribir es un privilegio.

Emanar letras desde el pensamiento.

Aún si fuera rutinario - qué digo- escribir, nunca lo es.

El lenguaje y la memoria dibujando el sonido de una curva.

Aquí, en la isla de Tiflo, escribir es un talento.

Haciéndolo, generamos nuestros propios códigos, pueden ser absurdos, pero eso no importa y hablamos con lenguajes inventados.

Hablamos, leemos, escribimos.

Acciones sencillas en un ecosistema hostil.

¿Pero por qué hostil?

El lenguaje fluye, es efecto de una causa y aquí en esta isla, también nos comunicamos.

Comunicarse es una capacidad.

Ocurrió que al llegar a ésta isla, el romanticismo de abrir una carta, cambió, así como también, el algoritmo de las pantallas.

Siempre estuvo ahí, desarrollándose, renovándose, con licencias copy rigth o creative commons.

El caso es, que para mí eran nuevas herramientas para desarrollar un oficio.

Jactándome de su intrascendencia en mi vida, nunca le di la debida importancia a la pregunta: ¿Vos lees braile?

Salté directamente a lo digital - respondía-  y trataba de llevar la a veces, de más repetida pregunta, a otro lugar.

El braile es la base de la escritura para las personas que nacieron ciegas.

Se trata de un código, que le da sentido a la esencia de las palabras y de ese modo, poder leerlas.

Es la capacidad en su máxima expresión.

No hablar ese lenguaje, no me hace más o menos ciego que ningún ciego.

 

Lo mío es un universo de lectores de pantalla, softwares de lectura, aplicaciones de perros guía, un dispositivo que me permite leer textos impresos, con sólo quitarle una foto a la página, en fin, recursos tiflotecnológicos.

Me encantaría leerles todas éstas páginas: hacer eso, es algo que extraño mucho.

Podría hacerlo, pero debería memorizarlas todas y en éstos tiempos de recortes presupuestarios y emocionales, es una lucha que vuelco desde otras capacidades.

Por ese motivo, les brindo las voces de dos lectores. Uno desaprende fácilmente, si la lectura es interesante, el hecho de que son dos robots, emulando la voz humana.

Puede resultar perturbador; pero la lectura lo vale, y con el tiempo, deja de ser trascendente.

Escuchar desde ese canal, cambia las cosas.

Acá en la isla de Tiflo, las cosas cambian, cuestan y también escuchamos voces.

Yo no podría escucharlas si no tuviera el abecedario formando paisajes pixelados, frente a mí.

La capacidad de escribir se transformó.

De tomar un bolígrafo y garabatear con oraciones un cuaderno, a escuchar la voz de un robot, dictándome vocales, consonantes, números, signos y figuras.

Ahora, escribo así.

Yo soy recientemente ciego.

Es la circunstancia lingüística de mi condición.

Es la transformación permanente, propia de toda lengua, sus usos y materializaciones.

Es un ensayo, y un ejercicio.

Es una responsabilidad.

No importa si es con mi voz, con la de un lector, si está en braile, con tapabocas y sin que sepas lenguaje de señas, un sordo y un ciego hablando, en bermuda o vestido largo; acá en la isla, ser ciego y compartir lo que escribís, no te convierte en nada especial.

Y sin embargo, es la razón de todo esto.

Bitácora 2
00:00 / 00:34

2 - Tiflo. 27 de mayo. 2021

 

Soy un viajero. 

Un forastero. 

Llegué a un lugar desconocido. 

Llegué por el río.

 

Por el agua. 

El lugar del sin sentido.

 

Al agua sólo le gusta conversar; más bien, le gusta ser escuchada.

Casi nunca admite diálogo. Y entre ecos de máquinas, motores, ambulancias, gritos violentos, su chapoteo con los remos, seduce las gotas llenas de arena.

En la antigua Grecia, todas y todos los ciegos eran desterrados a vivir en la Isla de Tiflo.

Bitácora 3
00:00 / 00:59

3 - Tiflo. 30 de mayo. 2021

 

El viento sacude voces de acentos industriales: el vidrio de la precocidad del coito, los metales de la chatarra diplomática, las cuerdas de los ancianos aguardando. 

Sólo aguardando y transcurriendo.

¿A qué suena lo inaudible?

¿Cómo se ve aquello que por primera vez es ajeno a la retina?

¿Por qué fui enviado a éste silogismo, con un sello aún indescifrable e impuesto, para dejarme sacudir por los adjetivos que los demás me pondrán desde que ingrese allí?

Inválido, discapacitado, minusválido, enfermo, especial, diferente…

¿No es acaso una particularidad de la belleza que pregonan los virtuosos, el ser diferente?

¿Por qué ahora adquiere éste cariz indescifrable?

Cansado y repitiendo.

Las sinestesias del agua chorrean sobre mi cuerpo.

La corriente no me dirige a un exilio; no soy tan privilegiado.

Finalmente llego a la costa y el horizonte desaparece.

Bitácora 4
00:00 / 01:18

4 - Tiflo, 1 de junio 2021

 

Son sus voces, por entelequia de la “normalidad”, que consideran suya y sólo suya, por tener dos brazos, dos piernas, dos orejas, y toda la anatomía del homo sappiens en su aparente lugar, las más difíciles de acallar, cuando por ésta predisposición de la norma, los “normaliza” como capacitados.

Acechando desde su inocente ignorancia, activan los sensores de la contemplación y creen que saben cómo hacer lo que nadie jamás en la vida les enseñó.

¿A dónde querés irte? ¿Querés cruzar la calle? ¿Qué colectivo querés tomar?

En eso se parecen un poco a los ciegos por adquisición. La diferencia, es que con el tiempo, éstos aprenderán a arrastrarse por las órbitas de las agujas, levitarán con gracia por las veredas rotas y se convertirán en los mejores agentes de una amabilidad superficial, que pueda ayudarlos a tomar el bus correcto, evadiendo preguntas cómo: ¿Cómo hacés vos para tomar el bus?

Quizá en otra isla eso no sea nunca necesario, pero en la isla de Tiflo, es probable que siempre dependamos de alguien más, o sea la casta de los que deciden ser ciegos o no.

Puedo sonar lapidario y así como en todo limbo, coexisten aquellos videntes sinceros y nobles… por sobre todo, con una dosis extra de yodo en el cerebro, y que saben que en la isla de los ciegos, el peor ciego, es aquel que decide serlo.

Bitácora 5
00:00 / 01:51

5 - Tiflo. 5 de junio. 2021

 

La ceguera no es el caos. 

Ese desorden de la perspectiva visual, empañada por cualquier cosa que se asemeje a la oscuridad.

Una tormenta de destellos de polvo de fluorescente de altísimo consumo.

La seducción de la música.

Eso, no es el caos.

Sabató dice sobre la existencia de Dios, en su “Informe para ciegos” - nuevamente, lo parafraseo, ya que ni el caos es ceguera, ni la memoria, lucidez: “Dios existe; pero en su afán de utilizar la materia como objeto de su arte, a veces es Goya y muchas otras, es un desastre”.

 

El caos, puede ser escuchar en exceso.

La audición, cuando no se empatiza con sus vibraciones, en sus staccatos de calcio en el oído, en su incontinencia de preposiciones desbaratadas, o post gramaticales 

- ya que hoy en día, cualquier cosa es nueva, por ser post” …

Podría transtornar, de forma inclusiva.

 

Una ciudad girando como el trompo de un niño que vive en la cárcel.

Un niño que nació sin libertad.

El caos es gastar plata en ciudades expresionistas. No sólo por que no les calienta la forma, no les calienta lo que esas baldosas inclusivas significan a nivel político. Y eso además de ser caótico, es peligroso.

Entonces suenan todas las sirenas, explotan los fuegos artificiales, se queman las casas y los tambores asaltan las cenizas de los próceres.

El caos se manifiesta y la ceguera decide enfrentarla: 

Levita los agujeros, flota sobre las rejillas, esquiva las jaulas y gravita los accidentes.

Mi ceguera es real y me mantiene en éste mundo.

Entonces el caos, no tiene argumento y continúa con su metamorfosis, hacia otro punto de la isla.

Bitacora 6
00:00 / 00:21

6 - Tiflo. 10 de junio. 2021

 

Desdramatizo mi condición, descosifico la ceguera, me río en proporción a la desigualdad de una isla de asombrosa exclusión.

En esa exclusión, creo pantomimas y algunas veces, le gano a la frustración.

En ésta isla, donde cada uno busca salir ileso a su exposición, usaré el bastón a mi favor.

Bitácora 7
00:00 / 00:42

7 - Tiflo. 20 de junio. 2021

 

Una persona no se reconoce a sí misma, diestra, surda, con el cabello risado, mestiza, anarquista, burgués, o mendiga.

Una guitarra, en el universo de la personificación, no se reconoce como tal, sólo por una de sus cuerdas.

Una guitarra tiene todas éstas cuerdas, y la curva, y la madera del árbol que debía ser.

 

“La fila para el minusválido” 

“La compasión para el enfermo, él no ve, él tiene su carnet”

La evocación más sincera de una autobiografía.

Más todas las negaciones, el dolor, y la resonancia olfativa de cómo recuerdo las risas.

No hay peor catástrofe, que un transcurrir, sin identidad.

Bitácora 8
00:00 / 00:42

8 - Tiflo. 27 de junio. 2021

 

A veces no sabés no más lo que querés.

Apenas llega la emoción, y tenés cientos de historias que contar, que dejar perder en el cuaderno.

Pero no hay cuaderno, hay teclado.

Pero no hay tinta, hay sonido de software.

Hay mambos negros, y un dolor sobre el corazón.

Empachado de mirarme tanto.

Mintiendo.

Buscando.

La luz, la que quiera venir ésta noche.

La que quiera alumbrarme.

La que no tenga miedo de los mambos negros.

Libros toditos envueltos, restos de su adn, telarañas entre los muebles, y polvo en toda la habitación.

En la isla de Tiflo, ser más ciego que el ciego, que no quiere ver, es el peor de los sabotajes.

Bitácora 9
00:00 / 01:00

9 - Tiflo. 30 de junio. 2021

 

En la isla de Tiflo, las cosas cuestan.

En eso , somos todos, y todas iguales. 

A todos, nos cuestan las cosas.

Como escribir también esta oración a ésta hora, fumado, y con los labios quemados.

Así: A todas, todos, todes, les cuestan las cosas.

 

Siete años.

Creo que nunca tuve el momento: 

Carlos… te quedaste ciego.

Aunque ahora que lo pienso, sí.

No fue lindo.

Pero los demás entendieron, y me dejaron solo.

Y volvieron cuando yo les pedí… y así, siempre van cambiando las voces, y las que deben estar, están siempre.

En la isla de Tiflo, las voces vienen y van, nacen y mueren, es el mismo sistema.

El asunto es que me divago mucho, y olvidé porqué estoy acá.

Estaba buscando algo.

Estaba buscando mi bastón.

Bitácora 10
00:00 / 01:13

10 - Tiflo. 12 de mayo. 2021

La discapacidad es una situación provocada en la interacción entre la persona, sus características, el medio físico y social no habilitado para la diversidad propia de la naturaleza humana. 

La discapacidad no es un atributo del ser persona humana.

La discapacidad ya no se define como una cuestión de salud o de rehabilitación, sino de Derechos Humanos.

 

Así se detalla en el documento de la Convención:

Personas con Capacidades Diferentes, Personas con Capacidades Especiales, Personas con Necesidades Especiales: Desde el principio de igualdad propio a las personas humanas, no existen las capacidades diferentes o necesidades especiales. Todos y todas tenemos las mismas capacidades (potenciales, reales, en desarrollo) y necesidades (amar y ser amados, comer, vestirse, tener salud, sobrevivir). 

Todas y todos compartimos la misma esencia humana en igualdad. Lo que nos diferencia no tiene que ver con nuestras capacidades o necesidades esenciales y cuando no existen barreras en el entorno, se pueden manifestar y satisfacerse en igualdad. 

Las PCD, personas con capacidades diferentes, no son, ni súper héroes ni especiales: son como todas y todos los demás y así deben ser tratadas.

Bitácora 11
00:00 / 01:46

11 - Tiflo. 17 de junio. 2021. Jueves

 

Charlando con las voces de la isla, la primera es la de Caronte.

Me contaba de su cansancio, y de las ganas que tenía de ir a gastar todas las monedas que juntó tras varios viajes.

En éste último tiempo, los dos últimos años, la demanda de viajes en balsa, sobrepasó cualquier escenario.

Entonces me ofrecí a relevarlo durante unos días.

El asunto acerca de su ofrecimiento, es que un ser humano, no comprendería jamás ésta labor.

Los que aquí llegan, algunos están perdidos, otros anhelantes de poder conversar finalmente conmigo. 

Algunos ni siquiera tienen las dos monedas obligadas, más bien, instaladas como una obligación, ya que su traspaso a éste plano, no fue solicitado, y el despojo que ahora los atraviesa, probablemente no lo asimilen nunca.

 

Se trata de aprender a vivir con la carencia de algo, un deseo que ya no es necesidad, un placer que, ni siquiera es simbólico.

 

El despojo de aquellos a quienes debo transportar por éstas mismas aguas, es único en su género, no hay dos desaprensiones iguales.

 

Podrían existir coincidencias sobre el cómo, el dónde, y también el porqué; pero la pérdida de algo que se creyó siempre vigente, el calambre que genera en las secreciones nihilistas, ni siquiera es un rumbo para los onironautas, que creen poder hablar conmigo antes de tiempo.

 

Conmigo hablarán cuando deban hacerlo, ni antes, ni después.

 

Es el perder algo, es esa ausencia nueva, la esencia de toda mi dialéctica.

Entonces, ¿cómo empezarías vos a hablarle a otro ser humano de una pérdida, cuando aún no estás asimilando la tuya?

Bitácora 12
00:00 / 01:57

12 - 16 de junio. 2021. Miércoles 

 

¡Feliz cumpleaños mamá!

Editándome, ahora suena un fragmento de la novena sinfonía.

Esto de escribir por encargo, y la ansiedad de la inteligencia artificial.

Mientras escucho una pieza magistral, la música me tranquiliza.

El agobio en la garganta, el olor de la gripe, los nervios de los temblores, y la inteligencia artificial nunca será superior a los acordes de fondo.

Porque la música no está de fondo, está donde yo la pongo.

Porque la imagen nunca está a ciegas, está donde la recuerdo.

Porque en serio tiemblan mis manos, y parece como si no se qué escribo; pero imagino a Jorge, sentado del otro lado de la isla, escuchando este mismo avasallamiento, y sé que soy yo quien ordena los algoritmos.

La Inteligencia artificial dictándome cada acierto, cada imagen.

Ojalá pueda llorar un poco, porque el sonido pasa tan rápido, y la inteligencia artificial no me indica qué cosas hacer, que cosas leer, que cosas comer, que cosas están o no ahí, que viene a facilitarme, y traerme un poco de recuerdo de esa época de lectura en silencio, y que para leer cualquier sonido, la necesito, pero; puedo callarla y sólo escuchar música sublime.

Porque en este instante quisiera gritar, y al escribir esto como loco, como si alguien me persiguiera, grito fuerte. 

Grito, y te escucho; pero te escucho porque yo quiero, y debo hacerlo porque me pidieron que escriba, y necesito hacerlo.

Hasta el catarro se mueve entre los errores.

Con palabras que la inteligencia artificial no comprende, y suenan los trombones en mi cabeza, y finalmente los escucho.

Y escucho, y veo el ballet, y finalmente llega una lágrima, y esto es expresión pura.

Remato este divague con una risa, y un llanto.

Y ojalá pueda dormir enseguida, justo cuando se acaba la batería del auricular, y empieza, un concierto de piano.

Bitácora 13
00:00 / 01:46

13 - Martes. 15 de junio. 2021.

 

Mañana es el cumpleaños de mi mamá, y en un par de días más, el día del padre.

Imagino cómo se verán hoy.

Hace más de siete años que no los veo.

Entonces surge la incógnita: ¿Qué tanto necesito de los ojos para ver?

Tengo un banco de memorias de cada centímetro de sus caras.

Podría saber cuantas nuevas arrugas tiene mi papá en cada lado de su mirada, y cómo lucen sobre su cabello, las nuevas canas.

Incluso esa mirada semi risueña, que abandona alguna intención cómplice en los ojos de mi mamá.

Pero hace siete años, y no siempre es un momento existencial, esas referencias, son sólo imaginación.

A diferencia de otros rostros que nunca vi y, probablemente, nunca veré,  las imágenes de papá y mamá, aparecen latentes todo el tiempo.

Incluso más allá de la aprehensión de preguntarles: ¿Puedo ver tu cara hoy? 

Como hago a veces con ciertas personas que llaman mi atención, y me atrevo a preguntarles eso. 

Acto seguido, los veo con las manos, y no siempre es demasiado trascendente.

Sin embargo, creo que desde que estoy ciego, nunca me atreví a preguntarles, si puedo verlos de vuelta a ellos dos.

A Mamá y papá. 

No sé si debería sentirme triste, aprovecharlos más, llenarlos de besos y abrazos. Antes que sea tarde, ¿tarde para qué?

Ahora estoy aislado. Abrazarlos, y  besarlos, no es una opción.

Nuevamente diría: En la isla de Tiflo, en ésta mi realidad, más allá de las vocales, y consonantes elevando una muralla de absurdos pensamientos, no encontrar razón para ver de vuelta a mis padres, ahora que aún puedo hacerlo, es sin dudas, otro gran autosabotaje.

Bitácora 14
00:00 / 00:24

14 - Tiflo. 15 DE JUNIO. Mismo día. 2021

 

Alegría.

Mirando como ese día, 

Acá en el desenfoque, pienso en vos…

 

Escalo una ilusión de arrugas,

De rostros presentes,

De vibraciones puntiagudas.

 

Horas de sueño intercambio,

Desaprendiendo memorizaciones.

 

Palmoteando todas tus canciones.

Recuperando todos tus colores.

Respirándote hasta en mis negaciones.

Bitácora 15
00:00 / 01:41

15 - Continúa el mismo 15 de junio. 2021


 

Teatro.

 

Hacer visible, lo invisible.

Convertir en sagrado, lo intrascendente.

Las cotidianidades de alguien más, dando vueltas en la calesita de todas sus tristezas, recuerdos, alegrías, y precocidades.

Escuchando la música repetida, que dispara cada giro.

Sobre un mismo eje de existencialismo.

Rondando mis expresiones de la infancia, recordando cada mueca frente a mis juguetes.

Descifrando las incógnitas de el mapa de ésta isla.

Relevando al barquero de su destierro eterno.

Expresando sin paredes: ni una primera, ni una segunda, ni una tercera, ni una cuarta…

Porque las paredes en esta isla, que hay muchas, no son realmente paredes. 

Sólo engranajes, tuercas, y tornillos ajustando mis cabales a la realidad.

Evitando las salidas de emergencia de las corrientes surrealistas.

Convirtiendo en esencia a la metáfora.

Lubricando con desenfoque todos los atisbos de la mirada.

Desarrollando argumentos anacrónicos, deformes, infectados.

Usando las máscaras de algunos maestros.

Riéndome con sus anécdotas de realidad.

Perdiéndome en las lecciones de su incapacidad.

Saltando en el proscenio de su frustración.

Empatizando con la carcajada de su inquietud.

Volviendo visible, lo invisible.

Respirando la vida por cada retina, en los poros.

Atravesado por las miradas de quienes nunca, miraron de frente.

Desatando espejismos trascendentales.

Bailando con la insuflación de las fragancias.

Convirtiendo todas las apófisis de mi historia,

En cristalinas oraciones sobre las teclas del piano de mis dientes.

Viviendo los segundos que me otorga ésta pasión,

de actuar con lo invisible.

Y , de vez en cuando, mirar.

Bitácora 16
00:00 / 02:00

16 - Tiflo. 04 de septiembre. 2021. 

 

Todo este día, te pensé.

Recordé, que hablé muy pocas veces contigo.

Tengo tu voz grabada en un audio del celular.

Y tengo también un rosecito de tus dedos, cuando me ayudaste a cruzar la calle.

Por alguna razón, hoy te pensé, todo el día.

Y así no más, hasta ahora no me puedo sacar algunas cosas de cómo te imagino.

Ganas de escribirte.

Jugar a que me doy cuerda hacia atrás, y tengo otra vez tu edad.

El aire limpio, también oxigena las ideas.

Hace que las neuronas respiren más clarito, que disfruten de la alucinación de recordar una voz, y unos segundos que ni siquiera suman media hora de charla en algunos meses.

La gracia de dedicar palabras a un deseo, a una idealización del inconsciente.

Las ganas de las segundas vistas, dejando fluir algo mejor los disparates.

Buscando alguna excusa para elevar la charla sin resultar intimidante

…  

O creer que lo soy.

Imagino un beso contigo, y la juventud que me brindaría, y después, pienso sólo en el poder besarte.

Porque cuando la semántica está en revolución, cuando su cuartel está en cada hormona, uno no puede controlar las palabras, y la proyección.

Una voz que cada vez, al preguntarme quién era, resultaba indiferente.

Pero cuando dejó de sonar, la sentía venir a escondidas, hasta descubrirla por mi mismo, y recordar que en verdad me hacía reír.

Descubrir que tu mirada puede tener todo el encanto que quisiera reintegrarle a mi sistema.

Recordar que los hados de la inspiración, viven en cualquier sinestesia que los pueda convocar a la mirada.

Hoy, te abracé.

Dije tu nombre, sin que vos juegues a la adivinanza.

Me reí, y fue uno de los momentos más tranquilos del día.…

 

Punto aparte

 

Para una persona que pasó por mi vida. Muy diferente a mi. Más joven que yo. Quien siempre me preguntaba “quién soy”?.

Bitácora 17
00:00 / 00:33

17 - Tiflo, 06  de abril de 2017.

 

Seco y filoso el pulso, se clava la daga sobre el poste.

Lleno de escalonados tajos, era de todos sus blancos, aquel que más lo intimidaba.

Cuando el tirador de dagas miraba a los ojos del voluntario, voluntaria o cualquier cosa que tenga ojos, se concentraba en el trecho entre el filo y esa mirada, y acá sí era denso, a veces, porque siempre acertaba los tiros fuera de la carne humana; pero el intervalo para el susto, también lo podía controlar. Mientras más milímetros cerca del sudor, mayor el despojo a esos ojos. 

Bitácora 18
00:00 / 00:44

18 - Tiflo. 13 de junio. 2020.

 

Mientras todo arde, la empatía resulta complicada.

Tendría que ser al revés.

La crisis social que nos atraviesa, también nos separa.

Genera castas de homologación virtual, donde el valor del parámetro es más ambiguo que la retórica, provocando quiebres en la esencia.

Desde la caverna virtual observamos la realidad: Vemos y no vemos nada.

La selva se quema… 

Y en lugar de no hacer nada, de contemplar la realidad, aunque me duela y parta en partículas al egoísmo, al ocio y al vacío, prefiero practicar la empatía.

Después de todo, aún somos humanos y, ya sea dónde me toque dormir mañana, ésta también es mi casa.

Bitácora 19
00:00 / 00:51

19 - Tiflo. 18 de octubre. 2018. Años atrás. 

 

¿Sabes qué es realmente perturbador?

Refugiarnos en la ficción para justificar la realidad.

Yo no te juzgo. Sería el más pelotudo de la era de los disconformes, si te digo eso.

Pero si debo ser, sin pensar en lo que digo, te diría que ya no sé si lo que pasa frente a mis ojos, es una droga, una canción, o cualquier otro divague, que manipularon para que lo perciba así.

Lo único que sé, es que ahora creo tener mayor empatía contigo.

Entiendo que cada uno es responsable hasta de confiar en la biología de este mundo.

Si tuviese las agallas, también mataría sin sentir nada.

Como vos.

Pero no se trata de eso.

Se trata de lo que buscamos para sentir algo otra vez.

Yo no lo soportaría, hoy sé, que no podría.

Bitácora 20
00:00 / 00:23

20 - Tiflo. 29 de agosto. 2018.

 

El corazón late rápido, bruma de pixeles desenfocados … infinitos de ellos y la tuca nunca muere.

Los duendes aparecen y apenas hablan.

Nos cautivan con su voz.

Una sola palabra me dicen y cambian los acordes en el jardín.

Hasta la luna me canta.

Que ni la oscuridad la enajena de los divagues.

Bitácora 21
00:00 / 00:55

21 - Tiflo. 16 de agosto. 2017.

 

¿Sabes porqué cantan con tanta fuerza los pajaritos esta mañana?

No estoy seguro abuelita, dijo despacito.

Ellos están felices, porque saben que este niño travieso, no volverá a molestarlos. Y los dejará crecer, para que juntos llenen de risas, y juegos coloridos, todas las tardecitas - contestó con esa sonrisa delicada que solía regalarme en su casa, llena de flores, pajaritos, mariposas, y un cocotero hermoso, que se veía desde la ventana.

Al salir al jardín, acarició el tronco del árbol y una espina muy larga, se le metió profundo en uno de sus dedos.

La sacó enseguida y mientras chupaba la sangre, el niño imaginó, que ante todo lo horrible que contempló, por la destrucción que le mostraron; no era necesario que sus ojos ciegos, viesen esa tristeza nunca. Y nunca más molestó a los pichones al jugar, para así escucharlos cantar, y verlos de tanto en tanto, al soñar.

Bitácora 22
00:00 / 01:08

22 - Tiflo. 12 de febrero. 2019.

 

No existe peor infección, que vivir en la negación.

El ejercicio de la verdad es valiente.

Implica perder muchas cosas a veces; pero finalmente, al menos nos permite dormir tranquilos.

La libertad genera un orden espontáneo.

Alzo los ojos y miro profundamente.

En este corto tiempo, conocí algunos dialectos de la ceguera. Varios de ellos son mucho más interesantes que los idiomas de la vista.

Sin embargo, ¡que no diera yo por ver de donde salen esas vocecitas que aprietan con toda la fuerza del universo mis dedos!

¡O esas arrugas de batalla! 

¡O el agua limpia! 

¡O a vos leyéndome poesía!

Hoy, que empiezo a caminar por otra clase de agujeros en las veredas, muebles fuera de lugar, o pérdida de tiempo en decidir que también sé cómo llegar por mi cuenta; deseo que la sombra vigilante de aquellos días, tome forma gentil dentro de mucho y pueda contestarle que sí.

Fue difícil; pero que de todas esas voces aprendí, y espero estar listo para ver lo nuevo que vayan a mostrarme.

Bitácora 23
00:00 / 01:09

23 - Tiflo. 17 de mayo. 2018.

 

Tus lágrimas y las mías.

Toditas esas noches y toditos esos días.

Adentro tuyo, afuera y cincelando la córnea desenfocada de los clarividentes.

A veces mintiendo, y a veces diciendo la verdad.

A veces apropósito, a veces no, tal si fuera el orgasmo aquel lleno de rabia que te vendieron en oferta.

Acá en el trópico, nos divagamos mucho.

Tengo en esta isla fantasma, un Macondo, un refugio y una bandera justa.

Acá en el trópico, extraño la transparencia del agua, la sonrisa coherente y ese fucsia desubicado de los lapachos en junio.

Extraño la calma de las siestas enjuagadas con el tambo liberado para todos mis compís, que dejó en mi memoria, la voz quebrantada de mi abuela.

Veo en esa pareja que perdió al bebé, la reiteración despreocupada del sistema.

Acá en el trópico, si más de cinco personas comentan un rumor, otras cinco mil más la convertirán en verdad.

Acá, los disparos duelen diferente, porque no todos vienen de las municiones.

La isla de Tiflo padece calor.

Bitácora 24
00:00 / 00:35

24 - Tiflo. 25 de enero. 2018.

 

Situaciones andantes eran las predominantes, sin embargo; en ocasiones, allegros de toda clase, se transformaban; drástica e irónicamente, en lentos; exuberantemente lúgubres, y viceversa.

Acá en la oscuridad… la catarsis es gratis.

Con el impulso de un grito ahogado en el pecho, un ejército de rotas palabras abandona mi mano.

Con la ansiedad y la paranoia desfibrilando mis nervios y mi aorta.

Con el temblor de la barbilla llenando de salinidad mis ojos apagados.

Despierto aturdido por vivir sin vivir.

Bitácora 25
00:00 / 00:31

25 - Tiflo. 22 de julio. 2017.

 

El néctar de tu mirada,

Embrujó mis memorias.

Sin miedo, tierna, desnuda,

En las noches transitorias.

 

Con un halo revoltoso,

Esbozaste tus galaxias.

Confundiendo mis pupilas,

En delirios contagiosos.

 

Luego escogiste partir.

Delimitar otros sueños.

Despertar, vivir y salir.

Sin llaves, puertas, ni dueños.

 

En el aliento de las hojas, 

Todas frescas, todas bellas, 

Percibo venir fugaz, 

Tus lágrimas en mis ojos llorar.

Bitácora 26
00:00 / 00:38

26 - Tiflo.19 de abril. 2016.

 

En este lado del trópico

Inmerso en el caudal de la neblina, 

Chocando contra jaulas efervescentes,

Desesperado por digerir las brújulas,

Descanso mi mano sobre tu hombro.

Surfeando los ladrillos rotos,

Mareado por el fortísimo silencio,

Procrastinando instantes,

catalizando las hebras de los recuerdos…, te veo.

Prometo no olvidarte.

Siempre que las ondas activen mi memoria,

Estaré contemplando tu belleza al sonreír.

Hoy en día…, es todo lo que necesito.

A cualquier persona le estoy hablando.

Bitácora 27
00:00 / 00:36

27 - Tiflo. 21 de abril. 2016.

 

Hablar y ser espontáneo, sin buscar ningún agrado.

Sucumbir a los acordes de Silvio y revivir llantos de alegría.

Volar solo porque podemos hacerlo siempre.

Sin importar la suerte que corra mi grafomanía.

Aún me duele la cabeza, todos los días un poco.

Quiero padecer el idilio nostálgico, sin sentirme mal por ello.

De no tener sitio, tengo el infinito espacio de mis ojos, para imaginar un universo de fragancias.

Deseo estés conmigo, aunque sea en la memoria de mi estrambótica cabeza.

Bitácora 28
00:00 / 02:23

28 - Tiflo. 27 de agosto. 2017.

 

Luego de un profundo sueño, desperté navegando en una canoa, por sobre la vaporosidad de las nubes.

Era de noche y el fulgor de las estrellas, se reflejaba en las suicidas gotas de lluvia que demoraban su martirio.

Una fragancia turbadora, invadía cada movimiento de los largos remos.

A lo lejos, distinguí a unos trapecistas clavando alfileres plateados al firmamento.

En medio de toda esa acrobática presentación, uno de ellos, se acerca a mi canoa.

  • Vos no sos de acá - sentenció con hostilidad.

  •  No, debo estar soñando o algo así. No quise interrumpirlos.  contesté

  • ¿Vas a tardar mucho en pasar por acá?. preguntó el otro trapecista.

  • No sé. No sé siquiera a dónde me dirijo ni para qué. respondí con sorprendente calma, dada mi bien conocida impaciencia e intolerancia a las preguntas.

  • Tenés que apurarte. No podemos trabajar con vos paseando en tu canoa, más aún, sin siquiera saber a dónde vas. dijo el trapecista que tenía el cabello repleto de micro relámpagos azules.

  • En realidad no sé que decirles. No tengo rumbo fijo. De hecho, jamás me subí a una canoa. respondí.

  • Por alguna razón, que ahora te negás a recordar, estás acá. Que  no lo recuerdes, no nos hace responsables de eso.  contestó el otro trapecista, que tenía largos cabellos, formados por cientos de luciérnagas.

  •  Lo siento. Remaré hacia otro sitio para no perturbar su trabajo. exclamé.

  • Si no sabes a dónde vas, será lo mismo. Molestarás a otros a tu paso. dijo el otro.

  • Pues no se que decirles entonces. respondí algo harto de la charla.

  •  Solo dices que no sabes… imagino lo desesperado que me sentiría ante tanta incertidumbre. acotó su compañero.

Me detuve a pensar en esto último.

La incertidumbre de no saber tantas cosas, en varias ocasiones, cegó mi juicio, haciéndome creer que al día siguiente, podría delimitar aunque sea un propósito a corto plazo.

  • Recuerdo que estaba escribiendo. dije.

  • Eso qué significa?

  • Que en este sueño, estoy dando forma a un concepto que quizá convierta en poesía. indiqué.

  • Cómo harías eso?. me preguntó uno de ellos.

  •  Porque sé que puedo.

  •  

Al terminar esta frase, desperté y escribí.

Bitácora 29
00:00 / 01:37

29 - 11 de octubre. 2017.

 

Salimos mi amigo  y yo, a buscar el polvo de nuestros recuerdos en la vorágine de la noche.

Quería sentir las vibraciones de su voz, sobre la curva de mis pestañas.

Y necesitaba oír el acelerado franeleo de nuestros cuerpos desnudos, compenetrándose sin sentido.

En el camino apenas hablamos. 

Tengo la cabeza en su cuerpo, recorriéndolo con la lengua. Atravieso las dunas de sus piernas, erizadas por la excitación.

Arranco despacio, y me deleito en las ambrosías que le doy.

Llegamos al bar, (que de alguna manera se volvió tan popular), frente a la tienda abandonada.

Una fila de chicos en patineta, esbeltos y cincelados, enfrentan al asfalto, en una noche por demás calurosa.

Eran las 03:00 am. 

Para ser un sitio underground alternativo, hay que subir demasiadas escaleras, y empujar a los ebrios vestidos al estilo hípster tropical, intentando no parecer tan chetos.

El ambiente se asemeja a una refinería, oxidada por la impostación.

Estoy al borde de mis coloquiales crisis existenciales, intentando rememorar situaciones que a lo mejor, no sucedieron en realidad.

Mirando a mi alrededor, puedo admitir que estoy en mi habitación, encerrado, sin mis llaves, y sin juerga.

Recordaré que hace tiempo ya no voy a ninguna, solo quedan insoportables últimas horas infinitas.

La sensación de mi cuerpo en los viernes por la noche, donde la necesidad de mi adicción, borró del mapa las horas, tras la quinta cerveza, y me trajo hasta mi pieza.

Donde llegué por inercia, sin ver el camino.

Bitácora 30
00:00 / 02:09

30 - Tiflo. 17 de febrero. 2017.

 

Todo esto empezó un 14 y terminó un 17.

En un lapso de dos meses.

¿Cuántas muertes, cuántas vidas, cuántas anécdotas y cuántos olvidos podría recordar?

Apenas ayer, levantaba una copa de vino blanco, festejando tu cumpleaños.

Quién lo diría, el mismo día en el que tu ex suegra falleció, y a 15 días de ese trío lleno de mordiscos y sangre.

Teniendo en cuenta que atravesamos tantas emociones, y dramáticas exageraciones.

En este momento te odio. 

Ni pensar cómo estamos compartiendo este taxi.  

Detesto tu respiración resentida, y fuerte.

Pero más detesto acordarme de tus ronquidos y de la posición de estrella de mar, mientras dormíamos juntos. Curubicando la liviandad de mis sueños, agregando una dosis extra de mal humor a mi carácter, por todo el infinito día que empezaba.

Pienso mientras viajamos a buscar esa maldita llave, que por más que ayer te abrazaba con cariño, te entregaba un regalo y te decía que te amaba, aún así, no fue suficiente.

Tus manos, la manera en que memoricé tus manos, ese bosquecito delicioso de los bellos de tus brazos, tus cejas tipo Frida Kahlo, esa risa pelotuda de tu personaje aquel, la vocecita de criatura perpetua, tus brazos y tu nalga, por los astros…, esa nalga… y por sobre todas las cosas, otra vez, tus manos benditas de masculinidad erizando mi piel con solo rozarlas sobre mi espalda.

Nada de eso, nada de esas libaciones moliendo boleros en esta isla, superan tu novatada.

La mía fue aún más ridícula.

Llegamos. Mi llave no está. La tuya sí.

Ni me toques, ni respires cerca de mí. 

Ni tus manos que en serio son dignas del más virtuoso soneto no concebido, me harán cambiar este impulso.

Ya es el 17. 

No volviste a llamar.

Nos encontramos en la plaza para hablar y yo quiero terminar esto.

Estoy asustado, ciclotímico, enamorado de vos, infectado por el amor… que basura es el amor, después de tantas palabras muertas.

De inmediato me arrepiento; pero como digno representante de la efímera decadencia sentimental del trópico, me saco los 38º grados de sensación térmica de esta isla, busco mis pastillas para dormir y encuentro la llave que ayer no encontraba.

Bitácora 31
00:00 / 00:51

31 - Tiflo. 23 de enero. 2017.

 

El contraste difuso entre los muebles y las paredes, las aristas puntiagudas que me encerraban en el marco de una pintura vetusta y la eterna neblina caleidoscópica, me arrebataron la oscuridad.

Para apaciguar mi pesar, hojeaba los libros que tanto adoraba. Algunos no alcancé a terminarlos. Una vez intenté prenderles fuego; pero desistí tras varias quemaduras, hipnotizado por la flama raquítica que se burlaba de mi.

Pese a no ver absolutamente ninguna letra de lo que escribía, no dejé de tomar apuntes sobre mis divagues.

Uno de esos garabatos, que accidentalmente leíste, decía:

 

En la isla de la bruma y el olvido, se encontraba el foco perdido.

Las calles, todas ellas sin nombre, no marcaban dirección ni sentido.

Debía llegar en una hora a entregar un pedido.

Solo una nota en sus manos: “No lo abras, está prohibido”.

Bitácora 32
00:00 / 01:09

32 - Un 24 de enero de 2017.

 

Les expliqué que empezaría a usar ese instrumento.

Mi estado de ánimo mejoraba, y entre prácticas de cómo avanzar intercaladamente, percibir las dimensiones, de qué manera caminar cuando esté solo, y cuando no, más el trabajo de mi hermana; dejo de lado la paranoia, y la depresión.

- Mañana debo entregar el ensayo por la tarde. Mamá y papá no podrán acompañarme, así que pensé que vos podrías. Le dije a mi hermano.

- No sé si estoy listo para moverme en el centro de la isla. Por lo que sé, las veredas son un desastre, la gente va como loca de acá para allá, no hay mucha cordura que digamos. Contesté huyendo a esa idea.

De eso estuvimos hablando en estos días. La calle es agresiva, triste, y desigual para todos, y todas de alguna manera. No sirve de nada escapar. No soy el único que debe volver a mirar, para hacer lo que tanto me gusta. Somos todos, y si después de aprender nuevamente, de mirar nuevamente, decidimos solo mirar, nada acerca del respeto a uno mismo, o a los demás, nada de lo que escribimos tendría valor.

Bitácora 33
00:00 / 01:12

33 - Un 25 de enero de 2017.

 

Un impulso por llegar, me golpeó con fuerza, animándome a salir solo con el bastón.

Llegué a la parada de los buses. Subí temeroso. Un cordial chofer me indicó el sitio que debía ocupar. Me preguntó dónde quería descender, y me dijo que me avisaría.

Estaba nervioso y abstraído, creyendo escuchar la voz de mi hermanita.

- Acá es, amigo. Interrumpió el conductor.

Al bajar, tropecé con la raíz de un chivato marchito, raspando mi piel.

Al parecer nadie me vio, y bastante desorientado, preguntaba coordenadas.

Un hombre que sonaba apresurado, me indicó mal la dirección por una cuadra.

Arremetiendo contra tres motocicletas que bloqueaban la vereda, un par de bolsas de basura amontonadas, esquivando cual preciso alpinista los medidores destapados, recordé el divague que leyó Candela y pensé que, si no fuese por eso, probablemente no estaría allí ahora.

Con una peculiar carcajada, me detuve en la esquina esperando que me ayuden, pero demoraron bastante tiempo en notar que estaba ciego, y en shock, luego de que un auto pasara por alto en rojo, apagando el halo de una dulce voz que me llamó por mi nombre.

Bitácora 34
00:00 / 00:46

34 - Tiflo. 26 de enero. 2017.

 

Tras varias horas en la canoa aromada, ni siquiera los pocos bichitos interrumpían el apacible quejido de la madera, afilando la corriente.

La niebla latía constante, arrullada por el paisaje sonoro.

El río se rendía a las caricias de unos remos atípicos.

Una fila de cigarras violinistas, se dejaban estrangular por el arco de sus alas.

Las orillas apenas esbozadas entre los garabatos de juncos, intercambiaban sinestesias con la garúa, y las luciérnagas.

¿Alguien me escucha?

Pisé la arena.

Apenas quedaba luz en mis ojos.

La noche llegó con todas las constelaciones titilando distintas intensidades, compitiendo con los reflejos en el río, abrumado de nuevas resonancias.

Bitácora 35
00:00 / 01:08

35 - Un 24 de marzo de aquel 2017.


 

Sostuvo la mano de su hijo, con inmensurable amor, como la primera vez que lo vio, la tardecita del día en que nació.

Ahora lo hacía, porque este se retorcía en agonizante dolor.

Solo en la sinestesia de aquel feliz recuerdo, conquistó ánimo para los dos.

Mi padre fue echado de la milicia, luego del campamento de la juventud izquierdista, del que el presidente, se desentendió, en el 2009.

Vertiginosos cambios en su forma de encarar el día a día, finalmente le hicieron aceptar el retiro, pese a la gran decepción.

Volvió de un mar de introspección, cuando le informaron de mi ceguera, tras complicaciones de una meningitis.

No hubo rencor, juicios ni apatía; solo temple, honor y cariño, sosteniendo mi mano, ofreciéndome la vida que se alejaba.

Hoy cumple 60 años.

Sus cuatro hijos estamos con él.

Cuando lo escucho sonreír, imagino que sabe que esas arrugas, son por las risas de éste y otros tiempos felices; de los que tanto le gusta contarnos.

Bitácora 36
00:00 / 03:55

36 - Tiflo. 15 de septiembre. 2018.

 

En cierta ocasión, una aprendiz de bruja, tuvo la necesidad de utilizar las alas de un ruiseñor, para una poción.

En la isla, éstos son muy difíciles de encontrar.

Día y noche, durante mucho tiempo, elucubró estrategias para encontrarlo.

Una tarde, insoportablemente calurosa y húmeda, cansada de buscar se rindió a llorar bajo la sombra de un profundo samu ´u lleno de gruesas espinas.

Inmediatamente el árbol la apartó con un fuerte golpe de una de sus raíces. Le dijo que vaya a llorar a otra parte. Y amenazó con lanzarle algunas espinas si la volvía a escuchar por ahí, llorando como una tonta.

Ella regresó a su casa, donde le aguardaba un hermoso gato blanco de ojos azules para brindarle compañía.

La bruja apenas atinó a mirar a su mascota, que no había comido desde hace días por su ausencia.

El animal estaba hambriento, sin embargo, la alegría de ver a su humana era tan grande, que olvidó por un momento la falta de alimento.

Malhumorada se desplomó sobre unos fardos de paja que le servían de cama y durmió profundamente.

El gato que seguía sin comer, pensó que la única manera de conseguir alimento sería si lo buscara él mismo. Así pues, abandonó la vieja casa y se internó en lo más profundo de la isla.

La bruja empezó a soñar.

Contempló un jardín lleno de ruiseñores volando tras una reja dorada.

Ciertamente, aquello era muy bello de ver. Faltaban los violines y el resto de la orquesta, para que el sobrecargado romanticismo de la imagen, esté completo.

Una de las avecillas se acercó y le preguntó desde atrás de la reja: ¿Quién eres tú y que haces por aquí?

La bruja no sabía muy bien que contestar. Sabía que era su sueño, pero no entendía aún cómo manejarlo.

- Creo que me perdí. Contestó. Llevo varios días queriendo ver a alguno de ustedes y ahora que por fin lo puedo hacer, aparecen tan sólo en un sueño.

- ¿Estás soñando? Preguntó sorprendido el ruiseñor.

- Así es. Los estuve buscando durante varios días, sin descansar.

- ¿Y para qué nos buscabas? Volvió a preguntar el ruiseñor.

- Para matarlos. Respondió.

- ¿Por qué querías matarnos, acaso te hicimos algo malo? Preguntó nuevamente con algo de tristeza.

- Yo soy una bruja. Necesitaba sus alas para un hechizo, pero ahora que los veo, me doy cuenta que ningún hechizo, conjuro o poción valen más que el gozo de poder mirarlos mientras sacuden a las flores de sus ejes, con tanta sincronía y perfección. Ustedes no lastiman a nadie. Me siento como una tonta de solo haberlo pensado. Dijo con sincero arrepentimiento mientras seguía disfrutando de los acordes coloridos de ese sueño romántico.

El ruiseñor la miró sin dejar de batir sus alas que parecían echar chispas en el aire.

  • Creo que comprendo cómo te sientes. Muchas veces, muchas personas como tú se han parado aquí, viéndonos trabajar, libando el néctar de las flores a través de esta reja dorada. No eres la primera que quiso atraparnos y matarnos - respondió revoloteando por encima de su cabeza - Muchas personas buscan arduamente durante toda su vida, fragmentos de la belleza de otras criaturas, solamente para tenerlas. Algunos desafortunados, perdieron incluso la capacidad de soñar y ver de vez en cuando, aquello que no podrán ver jamás.  Enfatizó el ruiseñor.

La bruja no dijo nada. No sentía que debía decir nada.

- ¿Me puedo quedar aquí mirándolos un rato más? Alcanzó a decir con la voz quebrada.

- Este es tu sueño, puedes hacer lo que quieras en él. Dijo el ruiseñor mientras se alejaba.

En eso, las enormes rejas doradas empezaron a abrirse.

La bruja no sintió necesidad de penetrar en el hermoso jardín de los ruiseñores. Se quedó ahí, mirándolos bailar hasta que sintió la humedad y el calor de su habitación, llamándola nuevamente.

Escuchó también como maullaba un gato a lo lejos. De inmediato los ruiseñores volaron muy lejos y se fueron.

La bruja despertó.

Algo sorprendida por el intenso momento que percibió en ese sueño. Se le borró completamente la idea de capturar un ruiseñor.

Sentada en los fardos de paja, vio que su gato. Al que no había alimentado durante varios días por su absurda convicción, jugueteaba con el cadáver de un romance tornasolado.

Bitácora 37
00:00 / 00:23

37 - 07 de noviembre de 2017.

 

Hoy en la isla tuve un sueño intranquilo.

Estaba la jaula de unos conejos. En una cafetería de entes anhelando a la humanidad. Atendida por humanos.

Una fecha bastante lejana en el tiempo.

El 7 de noviembre de un año que debo recordar.

Un mensaje que me pide que escriba en una civilización que olvidó qué son las metáforas.

Bitácora 38
00:00 / 01:06

38 - Tiflo. 26 de diciembre. 2018.

 

Después de las esporas de la luna llena, me encamino nuevamente para reconfirmar una idea que podría interpretarse de cientos de maneras; pero honestamente, no es maliciosa.

Es contradictorio; pero cuando resultamos aburridos, cursis, existencialistas y patéticos, siempre sale bien recurrir a la maledicencia.

Porque con varias lunas llenas encima (en la casa de mi abuela, desde la ventana del primer departamento donde vivía con mis papás. Desde el Chaco. Desde las dunas. Desde el jardín de mis sueños jugando tuka´e kañy), solo con las argucias retóricas de la maledicencia, apelo a que tus defectos y los míos son reales. Entonces, ¿por qué no podríamos burlarnos y reírnos de ellos?

Son palabras que siempre suenan igual. No es tan importante y, por lo menos para mí, cada vez es más gracioso.

En todo lo demás, no se justifica para nada.

Espero otra luna llena con la luz azul, los tambores, el palo que suena como a lluvia desde abajo, el violín y el privilegio de esas voces.

Bitácora 39
00:00 / 01:20

39 - Tiflo. 03 de noviembre. 2018.

 

Me parece relevante, dado mi nivel de cuelgue actual, contarles esto:

Pensaba en una tarea, para la clase de diseño escenográfico.

Para dibujar, utilicé una tinta dimensional, que, si fuese cierto que seca en tres segundos, yo soy tan buen escritor, como Mónica Bustos, de quien no leí nunca, una sola línea de su obra; pero ella entiende. Al menos, eso espero.

Veía el punto, cientos de cientos de cientos de millones de veces, pixelado.

Algunos píxeles eran grises. La mayoría lo eran. A veces verdes, amarillos y púrpura también.

El foco más distinguible, era el vacío delimitado del fondo.

Mañana haré los dibujos, y voy a papearle a mi profe, explicándole cómo me divagué con sus indicaciones.

Me abstraje bastante, y me acordé de esta historia.

Ganaron las ganas de escribir.

Necesitaba escuchar música para hacerlo.

No se conecta la notebook, y medio que voy a perder.

Me voy a conectar con el teléfono, emparejado al parlante.

Este no tenía batería.

No encontraba el cargador.

Tardé como cinco minutos.

Conecté, escribí, y reproduje.

“Yo soy el hijo del altiplano, descendiente del Manco Capag…”.

Bailé otra vez en ese festival, con una luna cargada, una ronda enorme, y muchos amigos.

Bitácora 40
00:00 / 00:54

40 - 19 de enero. 2020.


Nota de un ciego acalorado y de subjetivas interpretaciones, empático:

Quiero que acá, el tiempo se detenga.

En la memoria de los buenos días. 

En la subestimación de la verdad.

Para reivindicar mi vida, comencé a escribir esto.

Recluté a las fantasías mas disociadas de la isla y las convencí de hacerlo juntos.

¿Seré un fantasma más entre aquellos fantasmas: los miserables de la isla de Tiflo y todas las nadas que conocí?

Los cuarenta grados de realidad, que me enseñaron a mirar y trascender.

Después de ser adicto a la negación.

A visiones geométricas.

A respirar repeticiones.

Arrastrado en la órbita de las agujas, me volví adicto a sus miradas de polvo y garganta.

De tanto perder, encontré el camino a la otra objetividad. 

Esa que es incesante, extraña y a veces, también es justa.

Bitácora 41
00:00 / 00:17

41 - Tiflo. 21 de enero. 2020.

 

Ya no veo, ni hablo, ni escucho, solo disfruto del tiempo como nunca.

Decidí entonces, controlar el desenfoque y descalabrar la prosa.

Bitácora 42
00:00 / 01:38

42 - Tiflo. 22 de enero. 2020.

 

Había quesos de varios tipos, jamón crudo y cocido, frascos de conservas, chocolates, mermeladas, y dulces.

Imaginemos un momento, que cada uno de estos productos, al igual que nosotros, no pidió ser creado. 

Producido o fabricado, en este caso da igual, y que estuviesen secuestrados por unos jabalíes ignorantes, con poder sobre los otros animales del trópico.

De alguna manera, son esa constante errada que fluctúa en su estructura.

Son mercaderías en serie, la maquila de la maquila, y rehenes, en una gran lavandería.

Esta lavandería es tan grande, que tiene incluso un sistema de gobierno. Censos que determinan la cantidad de licuadoras per cápita, y hacia que lado de la cama duerme esa persona con la que solés garchar, cuando está con alguien más.

Al rescatar los productos, solo nos arriesgamos a una crítica moral.

Volvemos a probar lo que nos pertenece: el trabajo que les vendemos a los jabalíes, nuestro ingenio, nuestro tiempo.

Redimimos al  sistema, cuando compramos lo que nos vende, ¡y vaya que lo redimimos bien!

Profundicemos aún más.

Piensen que, incluso algunas horas de sueño, de ocio, de disfrute, nos pertenecían.

Lo decimos en pasado, porque ahora, el tiempo, casi todo nuestro tiempo, es de los jabalíes.

No siempre podemos liberar esas horas para nosotros de nuevo; pero al menos, podemos rescatar espirales.

Lo peor sería decir, que los compramos.

Solo estaríamos redimiendo una vez más la moral de los jabalíes con poder.

La construcción de la moral, es ambigua para ellos. No así para los rescatistas.

Coronan su labor social, dos vinos malbec, una caja de almendras, aceite de oliva, huevos de codorniz y un plomero líquido para destapar el baño de la sala.

Bitácora 43
00:00 / 00:18

43 - Tiflo. Un 26 de enero de aquel 2020.

 

Los 38 grados de sensación térmica, tras el aguacero sobre la isla, recalcitraron aún más el asfalto. Desataron el vómito de los raudales, estriñeron los drenajes, provocando que los agujeros y baches todos, abrieran sus fauces.

Bitácora 44 - Final
00:00 / 02:57

44 - FINAL - Tiflo, 19 de noviembre 2021.

 

Moviéndome, siempre moviéndome.

En la isla donde hasta la sombra puede ser un obstáculo, decido moverme un chiquitito más rápido que ella.

En la isla, donde al llegar recién alguien tuvo la osadía de decir que no servía, decido moverme siguiendo el desenfoque de mi sombra.

Porque si ella se mueve, me muevo y camino.

Porque si escucho una historia, que habla de los recuerdos que recuerdan las abuelas y los abuelos, en esas historias, camino.

Porque conocí la hora mágica, que ahora atardece en la sinestesia de mi tacto sobre la miel que todos los días me cuida y veo en ese privilegio, el amor de mi madre y sus deseos de que algún día, le diga: “Te estoy viendo”.

A  hora, caminando por las veredas rotas, también lo hago desde acá.

Porque las risas cambiaron su geometría, saturaron el contraste desde los teclados y esbozaron un garabato en la humedad.

Desde ésta isla, desde la diversidad de matices de una nueva voz, desde el sonido y la reflexión de ese mundo colorido que aparece al despertar el inconsciente, desde todos esos lugares… camino.

Hoy me subo al escenario.

El público me va a ver de cerca.

Yo les miraré también.

Entonces haré algo de magia y seguiré caminando.

Así lo haga más despacio, atendiendo de no guardar otra cicatriz en la colección que ya tengo en las piernas; sumando otras más… de esas que no pueden verse, pero ahí están, por unos cuantos segundos en el teatro, ya no seré ciego.

Seré Carlitos, con todos sus despojos, descalabrando el postdramatismo, tomando una birra con Stanislavsky, mirando la cara de mis maestros, sintiendo su energía.

Redescubriendo la orografía de las sonrisas.

Con mis amigues y compañeres.

Del hombro de algune desconocide, de la mano de algún edulcorado amor.

Tropezando y cayendo, repitiendo y cansado.

Escribiendo fantasías, convirtiéndolas en verdad.

Disfrutando de la fugacidad.

Entre luces y aplausos.

Sólo, mientras me visitan las visiones.

En el escenario que sea… pero incluso desde la rima de las vocales cuando las interpreto.

Moviéndome,  mirando juntos la luna, viendo como cambia el calendario… pero siempre, caminando.

Bitácora EXTRA
00:00 / 00:36
PLACAS06 apoyo.png
bottom of page